Comentario
En Italia, la arquitectura que se realiza durante estos siglos obedece a unos propósitos radicalmente distintos a los que subyacen tras la francesa. Aunque en la Toscana se localiza el segundo modelo gótico, está mucho más presente en las artes plásticas que en la arquitectura. En ella no puede hablarse de renovación durante este período sino más bien de pervivencia de una tradición autóctona que arranca del mundo antiguo. Es muy significativa al respecto la reiterada recurrencia a la cubierta de madera, que hallamos tanto en las catedrales (Orvieto, por ejemplo) como en las iglesias de conventos mendicantes, como sucede en la de Santa Croce en Florencia. En esta misma línea, el recurso a materiales suntuosos, singularmente en el Duomo (mármoles de colores, mosaicos cosmatescos, etc.), para recubrir unos materiales constructivos pobres, responde también a una tradición que arranca de mundo antiguo y que se ha dejado sentir durante el románico.Junto a la continuidad de tipologías autóctonas durante los siglos XIII y XIV, pervive otra de distinto cuño, particularmente en las iglesias de las órdenes mendicantes: el modelo de tradición cisterciense.En este punto es obligado recordar que el influjo francés también llegó a Italia de la mano de estos monjes y las fábricas de sus abadías en la Italia central (Fossanova, 1197-1208; Casamari, 1217) o en la Toscana (San Galdano, 1218-1310; San Martino) son un buen testimonio de los que apuntamos. La disposición que sigue la iglesia de los franciscanos de Florencia, Santa Croce, debe mucho a estos precedentes. Aunque por su magnitud sería difícil hallarle un paralelo, en planta sigue las pautas habituales en este género de construcciones: cruz latina con tres naves en el brazo mayor, una en el crucero, y en éste último la presencia de un número elevado de capillas flanqueando la mayor que tiene planta poligonal. Evidentemente, en la iglesia cisterciense estas capillas abiertas en el transepto tenían una justificación litúrgica. Aquí sirven como espació funerario a las principales familias de la oligarquía ciudadana. Los Bardi, por ejemplo, fueron patronos de una de ellas.Del conjunto de edificios que se levantan durante el siglo XIII, la basílica de Asís es una de las que sigue unas directrices de tipo estructural más acordes con su época. Se trata de un edificio concebido a dos niveles; según un modelo que también sigue años después la Sainte-Chapelle. La iglesia baja que funciona más como cripta está abovedada y la iglesia superior también. Tiene esta última planta de cruz latina y sólo una nave. Aunque la estructura incorpora contrafuertes exteriores carece de arbotantes. Se trata de una solución muy simple pero eficaz, y alejada de los alardes de la arquitectura francesa contemporánea del norte. Otros edificios italianos responden más o menos a estos mismos esquemas, aunque sin la sobriedad estructural de éste. Pueden citarse, por ejemplo, San Francesco de Bolonia y Santa María Novella de Florencia, ésta última con una planta de raíz cisterciense.Aunque documentalmente se conoce la presencia de artistas de origen francés trabajando en Italia, la corte de Federico II acoge a algunos de ellos y más tarde los Anjou en su reino de Nápoles también lo hacen, su influjo, a pesar de que evidentemente existe, no es muy relevante. Por el contrario, la arquitectura italiana durante el gótico parece estar más interesada en ocasiones por lo puramente ornamental que por lo estructural. No en vano para las fábricas más importantes se llama a los grandes escultores del momento (a veces también activos como arquitectos), como sucede con Arnolfo di Cambio en la catedral de Florencia, Giovanni Pisano en la de Siena, o Lorenzo Maitani y Orvieto.El paradigma de este gótico decorativista puede encarnarlo una construcción como el oratorio de Santa María della Spina, a orillas del Arno, en Pisa. La remodelación del edificio tuvo que encargarse a alguien que, por encima de todo, era escultor (se habla de vinculaciones estilísticas con el taller de Giovanni Pisano y de la de algunas piezas con Giovanni de Balduccio) y sólo así se explica el riguroso tratamiento plástico que ha recibido la fábrica en su totalidad, lo que ha supuesto convertirla en una escultura (se la cataloga a veces también de relicario) al aire libre.